El mediocre y frágil nivel de la diplomacia occidental queda ahora en evidencia

19 Febrero 2022

Hace 22 años que Vladimir Putin está gobernando Rusia como un dictador encubierto. Jamás se ha puesto reparo en occidente al poder que ha ido acumulando a su alrededor en lo político, militar y económico. Mientras él ha permanecido infranqueable en la cumbre del país que más años de totalitarismo suma en la historia de la humanidad, en los gobiernos occidentales se han ido turnando líderes de escasa experiencia política y, aún, menor talento diplomático. Nadie de los que han ostentado el mando de los distintos países de la Unión Europea ha advertido del crecimiento del poder de un enemigo peligroso para la estabilidad del orden mundial. 

Los políticos europeos se han estado preocupando de luchas internas de partidos y controversias de principios ideológicos que han convertido el sentido común de la libertad en meros pasatiempos locales para aportar soluciones a medias.
La diplomacia se ha despistado mucho tiempo en enredos particulares de crisis territoriales, más bien provincianas o pueblerinas, protagonizadas por aventuras de líderes de ramplona personalidad política y moral, por ejemplo,  Cataluña, a los que se ha dado mucho tiempo y larga cuerda en esas paranoias de la identidad y las diferencias entre iguales.
Incluso este enemigo público número uno de la humanidad, que ahora descubre su rostro de diablo de nuestra civilización, ya dio muestras durante el levantamiento separatista catalán de por dónde iban sus prácticas para la desestabilización de Europa.
Sin embargo, nadie de quienes se sientan en ese Parlamento vio o hizo nada para buscar puentes diplomáticos sólidos e inteligentes con los evitar el futuro de entonces y el presente de hoy.
Nadie ha mirado de nuevo hacia aquel telón de acero que podía volver a levantar cualquier loco del poder absoluto en esos estados culturalmente asolados por un pasado de represión y miseria.
"La invasión de Ucrania por parte de Putin y la anexión de Crimea en 2014 acabaron con cualquier duda razonable sobre la naturaleza demente de Putin y sus amenazas ", dijo ayer Kaspárov, el gran maestro ruso del ajedrez que fue campeón del mundo durante casi dos décadas. Y añadió además: "Cualquier intento de negociar con Putin desde entonces fue corrupción, cobardía y cinismo. Debería haber sido aislado al instante. En cambio, aquí estamos".

Y ahora, el momento exige prisa y el tiempo suele ser un mal consejero para decisiones precipitadas y más cuando está en juego el futuro de una civilización que ha costado sudor y lágrimas llenarla de valores de paz, para tener, ahora, que hacer frente a la guerra, nada menos que a la de un poderoso demente que tiene en sus manos el botón del exterminio. Y no será porque no lo supieran en Europa.
Pero locos, inconscientes y serpientes de la política seguirá habiendo durante la historia que le quede a la humanidad. Así que o se forma a otros niveles el sector diplomático de la política occidental que los ciudadanos pagamos y elegimos o cualquier nuevo Putin, Bin Laden o Sadam que aparezca en el horizonte será otro problema irresoluble y tal vez definitivo para las que considerábamos, hasta ahora, como sabias y eternas democracias avanzadas..


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